1-JOSE LUIS SAMPEDRO
Antes de que me lluevan demandas por afirmar cosas que no son ciertas, como en el “Sálvame”, diré que no conozco ninguna declaración de esta persona en la cual diga que le gustan estos juegos o siente la sumisión o lo que sea. No obstante, creo que el autor de libros como “EL AMANTE LESBIANO” o “LA SIRENA” desplega un conocimiento de las sensaciones sumisas, de la entrega y de la adoración, así como una admiración a la mujer y su poderío ante el hombre que, por utilizar un simil gay, no sé si “entiende” pero desde luego que “lo entiende”. Vamos; que yo me juego el brazo de hacerme pajas a que si alguien sabe de lo que habla es que habla de lo que sabe y no lo pierdo, pero justo es advertir que declarado como tal no consta en ningún acta.
Tan sólo con sus libros ya sería motivo más que suficiente para incluir a JOSE LUIS SAMPEDRO en el panteón de las personas inteligentes. Pero es que, además, este catedrático de economía demuestra cada vez que habla que es una de las mentes más lúcidas de este siglo y el pasado. A sus 93 años, casado de nuevo desde hace tres, no se cansa de denunciar todas las injusticias que la mal llamada economía de mercado provoca en la sociedad, afirmando con dos cojones en el pregón de sant jordi de este año, por ejemplo, que vivimos “nuevos tiempos de barbaríe”. Cada vez que habla, deja en ridículo todos los fundamentos del sistema imperante, sus miserias y sus contradicciones, sacando los colores a gobiernos y adoradores del becerro de oro. Y encima, pues eso, escribe libros de una sensibilidad exquisita.
2-JOSE LUIS GARCÍA BERLANGA.
Este cineasta sí que ha confesado más de una vez y más de diez mil su figación fetichista por el calzado femenino. Personalmente recuerdo una entrevista en la que afirmaba con toda naturalidad que a él no le gustaba tanto desnudar a una mujer como vestirla, y que le embriagaba el tacto de la ropa y el ritual de servidumbre que implicaba. Incluso hizo una película algo bizarre, pero con el buen gusto habitual en él, sobre un hombre enamorado de su fetiche, a la sazón una muñeca hinchable. (La película se llama TAMAÑO NATURAL y a modo de anécdota diremos que la muñeca fabricada para la ocasión costó 80 millones de pesetas de los de entonces, mediados de los 80, diciendo el productor que por esa pasta podía contratar a Ornella Muti o cualquier otro bellezón real).
Es un goce que gente así figure en nuestras filas.Por que la mala leche que destilan sus mejores películas son lo más de lo más. Cuando nadie se atrevía a toserle a EEUU, él va y les planta en la cara el “Bienvenido Mr. Marshall”. Cuando en pleno franquismo nadie se atrevía a toserle a la Santa Madre Iglesia, él va y golpea en las narices con “Los jueves, milagro” (Sobre un pueblo que hace un milagro falso para que vengan pelegrinos y así salvar su bancarrota). Cuando nadie se atrevía a toserle a Franco, él va y le suelta al Generalísimo “El Verdugo”. Cuenta la leyenda que muchos de sus actores eran gente del oficio de toda la vida que se limitaban a recitar los guiones extrañados, pues para ellos hacer algo en contra del sistema (siendo el sistema, recordemos, una dictadura), era tan impensable y la ironía tan sutil y magníficamente confeccionada que no entendían nada de lo que estaban hablando.A ver cúanto “Amito” tuvo cojones de hacer eso cuando tocaba, en los 50.
3-HELIOS DE JUDE/ DEJUD.
Este no es conocido ni mediático.Es amigo mío y por eso lo incluyo aquí. Tiene en común con los 2 anteriores que es un vejestorio, un rojillo de esos que luchaba contra el señor de la voz de pito cuando yo no era ni pre concepturus y el tener una mente lúcida e inteligente.Muchas veces lo cito y más de una vez he dicho que aparte de mi amigo es mi Maestro. O sea; él me enseñó bien, soy yo quien no aprendió. El verano pasado pedí su colaboración para un post y generosamente me envió varios escritos, de los cuales rescato este fragmente que, personalmente, pienso que define bastante bien todo lo que estamos hablando aquí:
Los esclavos somos sumisos, pero no tontos. Al menos por lo general, que de todo hay en la viña de Masoc, como en la de Sade por otro lado, que tiene más cepas pero da el mismo vino. Por resumirlo en una sola frase, se podría convenir que somos casi humanos.
“Si me pinchas sangro….”, podría pensar mientras, amarrado con los brazos en alto de cara a una pared rugosa, espero que la marca del látigo firme sobre mi piel la posesión de quien me domina. Pero en esos momentos no se piensa, sólo se escucha: el sonido de los pasos que te rodean, el ruido del cuero que se estira o se enrosca, el jadeo contenido de quien toma fuerzas para descargar el golpe certero que te hará volar a un mundo en donde el dolor es la firma del cariño. Hay quienes no lo creen así, quienes piensan que los sumisos somos sólo sacos de arena perdidos en las profundidades de nuestros propios miedos. Pero se equivocan.
Después de haber sido follado, amarrado, azotado, vejado, pellizcado, pinzado, humillado, meado, forzado… y todas las palabras acabadas en ado que caben en el diccionario --como acariciado, por ejemplo--, me arrastro agotado hasta la ducha y me pongo la careta de andar por la vida. Salgo a la calle, hace sol o llueve, las caras anónimas de la gente se cruzan apresuradas en las esquinas sin darse cuenta de que existen. En mi cabeza se recrea el momento ese en que puesto a cuatro patas lamí, besé, chupé, absorbí y acaricie hasta quedar exhausto. Kilómetros y kilómetros de piel recorridos por mi lengua húmeda y penetrante.
Pero ahora estoy de pie, ojo entonces quién se cruce en mi camino. Ojo el que desprecie. Ojo el que falte al respeto. Ojo el que mire con cara de superioridad. Ojo el que insulte. Ojo el que se crea con derechos que no tiene. Ojo el que agreda. Ojo el que piense que es más que nadie: soy un esclavo y puedo arrancarle los huevos de un mordisco.
Y con estos tres tenemos bastantes. Había pensado en incluir a alguno más, como Max Mosley, aquel capo de la fórmula al que le gustaba jugar a los prisioneros con prostitutas vestidas de nazis y que antes de dejar el cargo se preocupó bien de joderle la vida a su rival, el tal Fiatore ahora imputado por hacer trampas y demás lindezas. Es decir; este es de los míos; vicioso e hijodeputa a partes iguales. Pero considero que no es, en esencia, una persona admirable y que los que de verdad dan prestigio al gremio son gente como los tres comentados.
La semana que viene, si me sale bien, publicaré una entrevista con Luis Vigil, que bien podría estar dentro del grupo comentado. Pionero de la edición del bdsm en España, zorro viejo de cuando el periodismo era de verdad, ex director de Playboy, director de la revista TACONES ALTOS durante un porrón de años (hasta hoy, trágicamente desaparecida) y además articulista, estudioso, traductor editor y guionista de cosas varias. No me hagáis quedar mal, vale? Hasta entonces tengan cuidado ahí fuera y sean buenos o malos en su justa medida.